
La familia, sobre todo los padres, constituyen el principal apoyo para el adolescente y esta dimensión no debemos olvidarla a pesar de los conflictos intergeneracionales y de la necesidad del adolescente de separarse y diferenciarse de la familia. Esta debe transmitirle los valores y actitudes adecuados, proporcionar apoyo emocional y protección.
Es muy importante mantener siempre abierta una vía de comunicación fluida y en ambas direcciones pero no es bueno “ser amigos” de los hijos; los amigos deben buscarlos ellos y los adultos deben provocar la admiración de los adolescentes y tener prestigio ante ellos.
Es conveniente incluir algunos consejos para tratar con adolescentes. Según Carolyn Meeks, pediatra importante, aquí tenemos algunas “recetas” para tratar a los adolescentes, que nos serán de gran ayuda y nos servirán de síntesis final:
1. No tome la forma de ser de un adolescente como algo personal.
2. Escuche positivamente.
3. Dígale que usted tiene el deber de establecer límites razonables.
4. Comparta con él sus vivencias pasadas.
5. Intente ser un buen modelo para su hijo.
Hay una pauta que suele ayudar y es enseñar a los hijos (sea la edad que sea) a plantearse objetivos que exigiremos su consecución siempre y cuando los padres seamos modelos; es decir, seamos ejemplo y cumplamos ante los adolescentes. En este momento de la vida los padres pierden protagonismo y aparece, con todas sus deficiencias, la imagen real de cada uno, con su coherencia o incoherencia. Evidentemente, si los padres quieren que los hijos se esfuercen en conseguir los propósitos que se marquen, tienen que ser los primeros en poner empeño. En caso contrario, la autoridad paterna quedará anulada.
Y es que para comunicar a los hijos lo que consideran importante y valioso es necesario tener ocasión de hacerlo, es decir, han de producirse situaciones de diálogo. Y se entiende que el diálogo consiste en escuchar y hablar, no sólo en hablar. Para que el diálogo desarrolle la confianza de los hijos es necesario:
- Tomarlos en serio, no tratarlos como seres inferiores que explican cosas de las que estamos de vuelta.
- Conviene no aprovechar la ocasión para sermonearles.
- Escuchar con atención lo que quieren explicarnos o preguntar.
- Hablar también de lo que les interesa a ellos. Dar tiempo para abordar los temas que nos interesan a nosotros.
- Hay que reconocer que conseguir el ambiente de diálogo con los hijos no es tarea fácil, pero es muy importante. No hemos de olvidar que el diálogo con los hijos no es un fin en sí mismo, sino un instrumento útil para nuestra tarea educativa. El objetivo que perseguimos es comunicar los valores, establecer compromisos y valorar las cotas de autoexigencia y de autonomía logrados.