La música como recurso fundamental en la cinematografía

El show de Truman es una película de 1998 dirigida por Peter Weir, protagonizada por Jim Carrey y dirigida musicalmente por Phlip Glass, aunque con una banda sonora  original de Burkhard Dallwitz.

Esta película fue ganadora de muchos premios como mejor banda sonora por Chicago Films Association, mejor banda sonora por Golden Globe Awards etc.

La película tiene tanto un argumento como banda sonora muy potente que se complementan muy bien con cada escena para que el espectador disfrute de cada secuencia. Además la música acompaña, muy bien cada momento relacionando cada escena con un tema musical; por ejemplo, las primeras escenas van acompañadas de música clásica que da una sensación de tranquilidad y paz, de rutina; en cambio, cuando Truman va descubriendo el secreto, la música se diversifica con temas más tensos; por ejemplo, en el momento en el que coge el coche y después de dar unas vueltas a la rotonda descubre que ya no hay rastro del anterior atasco situado en la misma calle.

También podemos hacer hincapié en el hecho de que la película trata de un programa de televisión de la vida de Truman, esto conlleva a que todos los efectos sonoros son grabaciones, es decir, son falsos, también podemos apreciar que la película se proyecta como si estuviese grabada desde diferentes puntos de vista en supuestas cámaras escondidas, por eso en algunas secuencias se puedes apreciar el redondeo de la pantalla.

Respecto a cada secuencia, podemos identificarla como un tipo de música específica, por ejemplo, un poco antes de la mitad de la película, cuando Truman se reencuentra con Sylvia, la única persona “real” en su vida, que despertó su amor, suena el Larguetto del concierto Nº 1 de Chopin, en versión de Arthur Rubinstein, que nadie nunca representó como lo que era, un romance, hasta Rubinstein. Aparte de unas alusiones mozarinas a lo largo de la película, es la única indusión de música clásica.

Además de música clásica, la película incluye sinfonías de Brukhard que recurren a una gran extensión en el tiempo y a una repetición excesiva, pero que ofrece una sensación de calma infinita y de un paso del tiempo enormemente extendido aunque, a la par, tremendamente coherente con el argumento.

Como conclusión, la música, en El show de Truman, ayuda a destacar todas las emociones del protagonista: duda, ilusión sospecha, liberación, miedo, esperanza etc. En la banda sonora mezclan tres tipos de música distinta: primero la música clásica para representar la pacífica isla en la que Truman vive, en segundo lugar, los temas de Philip Glass se emplean en momentos clave; y por último, Burkhard Dallwitz es quien se encargó de armonizar todo lo anterior.