
Escucho viento peleando con el toldo, sonidos de pasos acelerados, platos chocando con otros. Abro los ojos, veo la lámpara colgando del techo iluminada débilmente por una grisácea luz. Miro hacia la ventana y veo el cielo gris.
Me visto y me levanto, saludo a mi madre y a mi hermana. Poco más tarde las despido, ya que empiezo el colegio a las 9:00 am y ellas bastante antes. Desayuno, y me voy.
Mientras camino hacia el colegio percibo mucha humedad: “va a llover”, pienso. Cuando llego, espero apoyado en la pared a que abran las puertas. Cae un rayo, y otro, y otro cada vez más cerca. La situación me espanta y cierro los ojos. Cuando los abro, no hay nadie, tan solo la puerta del colegio abierta. “Habrán entrado ya”, supuse. Velozmente subí las escaleras y entré en mi clase. Nadie, no había nadie. Sin pensar, me metí en otras clases, pero siempre se repetía lo mismo. Cuando entré en todas, decidí salir.

Cuando volví a la puerta, estaba cerrada: “Imposible” pensé. Tuve que ideármelas para salir y, aunque me costó mucho, escalé la valla y la salté. Tampoco encontré a nadie en la calle. Fui llamando a todas las casas pero ninguna contestó. Cuando volví al colegio vi una silueta con forma humana, así que la perseguí. Resultó ser la sombra de una nube, lo que me recordó como llegué aquí. Me imaginé que si un rayo pasaba cerca de mí y cerraba los ojos todo volvería a la normalidad. Me giré por el sonido de los truenos hasta que uno pasó a mi lado. Cerré los ojos, y cuando los abrí, volví a la realidad. Pensé que había sido un sueño, pero otra persona me dijo que me había visto solo a mí y que le había pasado lo mismo. Empecé a investigar y descubrí que a causa de las luces de los rayos tuvimos una alucinación… lo que nunca descubrí fue por qué los dos estuvimos en la misma.